Dr. Manuel Ferreira Chaves
Ortopedista Maxilofacial
En las civilizaciones antiguas, como la egipcia, griega y romana, la dieta de los niños estaba influenciada por la disponibilidad de alimentos en la región. Los niños comían principalmente alimentos como pan, frutas, verduras, legumbres y ocasionalmente carne o pescado. La leche materna era una fuente importante de nutrición para los bebés. Luego, durante la Edad Media, la dieta infantil dependía en gran medida del estatus social. Los niños de familias nobles tenían acceso a una variedad de alimentos, mientras que los niños de familias de clase baja a menudo se limitaban a una dieta básica de granos y vegetales. La leche de cabra u oveja era más común que la leche de vaca. Con la Revolución Industrial, la urbanización y la industrialización cambiaron significativamente la forma en que se producían y distribuían los alimentos. Los niños de las ciudades solían tener dietas más monótonas y menos nutritivas que los que vivían en áreas rurales. Ya en el siglo XX, la tecnología y la globalización transformaron la disponibilidad de alimentos. Se introdujeron alimentos procesados, como cereales para el desayuno y comidas enlatadas, lo que cambió las preferencias alimentarias de los niños. El aumento de los ingresos familiares permitió a más niños acceder a una variedad de alimentos, pero también surgió la preocupación por el aumento de la obesidad infantil debido al consumo excesivo de azúcares y grasas.
Los cambios en la dieta de los niños del siglo XXI han sido significativos y han generado preocupaciones sobre la salud y el bienestar de los jóvenes. Estos cambios pueden variar según la región y el entorno socioeconómico, pero algunas tendencias generales incluyen: mayor consumo de alimentos procesados, menor consumo de frutas y verduras, aumento en el consumo de bebidas azucaradas, mayor dependencia de la comida rápida, cambios en las rutinas alimentarias, mayor exposición a la publicidad de alimentos poco saludables, entre otras.
La alimentación puede tener un impacto significativo en el desarrollo de los maxilares en los niños, especialmente durante la infancia y la niñez temprana. Los maxilares son las estructuras óseas que forman el esqueleto facial y sostienen los dientes, y su desarrollo adecuado es esencial para una función oral saludable y una apariencia facial normal.
Durante los primeros años de vida se produce un desarrollo de los maxilares muy importante, que es influenciado por factores internos y externos. Los factores externos que influyen en el desarrollo de los maxilares son principalmente los hábitos no deseados que se instalan en la niñez, como: uso de chupete prolongado (más de 18 meses), succión de dedo y el mordisqueo de objetos. Los factores internos pueden ser genéticos, sobre los cuáles es más difícil influir, factores fisiológicos, como por ejemplo frenillo lingual corto y hay factores internos que se producen por una alteración de las funciones en las que participan los maxilares, como la respiración, deglución y masticación.
Es indispensable un diagnóstico precoz para lo cuál son necesarios los controles periódicos a partir de los 2 años, cuanto antes se detecte cualquiera de dichas situaciones y se trate el daño será reversible. ¿Cómo notamos que hay un problema en alguno de estos aspectos?
- Respiración: En niños con problemas respiratorios en la primera etapa de la niñez es común que se instale la respiración bucal temporaria o permanente. Cuando se instala la respiración bucal de forma permanente influye en el desarrollo y la postura, trae consecuencias a nivel de los maxilares y la columna vertebral.
- Deglución: Durante los primeros meses de vida la deglución del niño se denomina infantil, ya que durante el amamantamiento la realiza con la lengua interpuesta entre los rebordes maxilares, a medida que comienza la alimentación sólida se va produciendo una maduración de deglución, en la cual la lengua cambia de posición y se coloca en el maxilar superior para el desplazamiento del bolo alimenticio. Esto produce un desarrollo transversal indispensable del maxilar superior en todo el período de crecimiento. Cuando se instala la deglución infantil, con interposición de la lengua, se produce una mordida abierta.
- Masticación: Con la erupción dentaria y el cambio en la alimentación del bebé de líquida a sólida comienza la masticación, la cuál va a ser indispensable para el desarrollo de los maxilares, ya que el 2° avance fisiológico del maxilar inferior depende de esta función. El bebé nace con una retrusión mandibular, el amamantamiento produce el primer avance mandibular.
Luego de completada la dentición temporaria. Entre los 2 y los 5 años de edad aproximadamente debe producirse la etapa o período de utilización y desgaste de la dentición temporaria con el objetivo de favorecer sobre los 5 o 6 años el segundo avance mandibular, el cuál va a posicionar la mandíbula en relación ideal para el resto del crecimiento con respecto al maxilar superior.
El consumo mayoritario de alimentos ultra procesados, sobre todo en las ciudades con mayor población, no es favorable para que se produzca la etapa de utilización y desgaste de la dentición temporaria, lo cual favorece la instalación de mordidas cruzadas unilaterales o mordidas cruzadas anteriores, esto se produce debido a que se genera una interferencia generalmente de los caninos y el niño inconscientemente realiza una desviación de la mandíbula para evitar la interferencia. Esto trae consecuencias en el crecimiento, ya que de no corregir esta situación el crecimiento es asimétrico.